Los rayos de la mañana se habían asomado sin pedir permiso, chocaban con las prendas de ropa que habían caído sin piedad al suelo, haciendo arte abstracto. Todo estaba en silencio, pero las aves cantaban a lo lejos, como si estuvieran respetando nuestro pequeño espacio personal. Tus suaves manos tocaban mi curva acentuada, de arriba hacia abajo, sin otro gesto que el cariño, la ternura se apiadó de nosotros y se instaló para quedarse todo el día, sonriendo a nuestro favor. Las sábanas se reían mientras se enredaban en los cuatro pies que juntaban pequeñas caricias. Todo marchaba con cierta calma, con cierta y tranquila confianza, sin pensar en el futuro cercano que tocaba a nuestras puertas, sin soñar qué pasaría luego de que el tiempo se detuviera, fuimos aquello, eso, fuimos la ternura, fuimos el deseo, la pasión, fuimos el roce de pieles, fuimos la pareja sin serlo.