domingo, 3 de febrero de 2013

Tal vez un sueño.

Un camino que veo al atardecer, una salida que no he estado buscando, pero la encontré. Un nuevo color que veo en el césped, no es el típico verde, hoy más que otro día lo he extrañado, la existencia de aquellos seres mágicos que veo pasar de flor en flor, de hoja en hoja, a tiempo que decido acercarme a ellos, se desvanecen, logro caer en cuenta de aquél cielo, un cielo fucsia, que cambia poco a poco a un color morado  lila, que decide acecharme de vuelta a casa, un camino que encuentro lleno de pétalos de rosas marchitadas,  no logro entender a dónde quieren llevarme, pero las sigo, mis cabellos me hablan, me cuentan que se sienten extrañados, y es cuando me doy cuenta que hay una persona al otro lado del bosque de árboles azules, en medio de la oscuridad que no había logrado descifrar, pero aquella persona no se encuentra feliz, no logro ver su cara o siquiera ver bien su cuerpo; camino hacia él y diviso un alto poste con su luz casi apagada, acaba de llover, decido regresar a mi hogar, y me doy cuenta que no existe tal cosa, que la noche fría se ha llevado mi alma, la ha dejado tirada en un basurero, y mi cuerpo, entre cenizas de un bosque que tropezó con unas malas palabras.

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