lunes, 24 de junio de 2013

Amado.

Amado:
Aquí espero responder tus dudas.

Si, sabía al comienzo de esta historia, que ni ellos serían los ellos que fueron el infierno, y sus parejas, el cielo; sabía que no esperabas lo que aconteció aquella noche, en aquella montaña, que todo cambió y no para bien, quizás, desde mi punto de vista, si lo hizo, seamos sinceros, pues, en tus manos está el poder de cambiar el tiempo si aún lo deseas, no pretendo decirte qué hacer ni cuándo hacerlo, sin embargo, te suplico este día de amanecer perdido, de horas estropeadas, y amante sin rencor, que vuelvas, que pienses en ti, pero que no me olvides, a pesar de las deshoras y deshonras que pasamos, las pasamos juntos, y es lo que importa ¿no crees? Tú, corazón, eres el que nunca pensé, sorpresivo fue el detalle de la muerte, salvaje fue y es, el recuerdo de mis segundos junto a tu loca mente, tus latidos tan sujetos a los míos, tus lágrimas tan secas y fuertes como las mías, pero, tus manos, tus manos tan suaves, tu nariz tan perfecta, tu altura que me recuerda a mis sueños que me hacían llorar de alegría, como tú, claro está. ¡Tu mirada! con esos ojos color mostaza, de los que juré nunca caer, y aquí me encuentro, perdida como la misma aguja, como la misma tonta que se enamoró bajo la lluvia del tercer otoño juntos, del tercer accidente juntos. Nunca, en el invierno, pensé que me atropellarías, me tuviste entre brazos de metal y tubos de carretera, entre tu auto y mi árbol, me enamoraste al sentir tu mostaza y fría mirada que golpeó mis chocolates y miedosos ojos; hoy, bueno, hoy, luego del último accidente espero por ti en nuestra casa, bueno, nuestra no, mí casa, sigo esperando bajo la lluvia de cenizas que llegó hace dos horas, te espero con mi taza de parís que me obsequiaste cuando llegaste el primer día del que sería "nuestra vida". Está llena, mi taza, con gotas de luna llena, un poco de cenizas azules, y té de jamaica, también está tu taza, del color de la noche, llena con tu café Juan Valdéz que tanto adoras, con el toque de azúcar, como te gusta, sí, te conozco tan bien que sé con cuántas cucharadas de dulce llena tu taza oscura. A principios de año, pasé por ti, en el aeropuerto en donde nos vimos por última vez, curioso, nunca supimos que sería la última vez, pero así lo pensábamos, te esperé como la primera primavera, no llegaste, nunca lo prometiste, aunque en el corazón me daba esperanzas que sí llegarías, sorprendentemente no lo hiciste, no sé si fue un alivio o una tristeza, no estabas, desde ese día no dejo de esperarte, y me siento todas las noches frente a la ventana, por ti, a veces opto por una buena botella del Vino Tinto francés que tanto amas, aquél tan seco y exquisito, como tú, pero esta noche prefiero mi té, me recuerda  a ti. Espero tu llegada, para comenzar el hogar que siempre soñamos, espero tu llegada para saber qué fue de tu hermana en Alaska, espero tu llegada para decirte que mis padres  se mudaron para Italia, espero tu llegada para decirte que estaba desempleada, pero ya no más, espero tu llegada para soñar junto a ti, y soñar contigo, espero tu llegada para comenzar la realidad, pero no estás y yo no estoy, cuando partiste hacia el lugar, partiste conmigo, solo vago por los recuerdos, me quedo en la monotonía, deshecha, la montaña espera por nosotros para mostrar nuestro amor en ella, te espero, no te tardes, muero del frío, no importa la hora, solo despiérteme, me gusta saber que has llegado. 

                                                                                 Recuerda, tráeme el dulce de almendras que te pedí la noche de hace un año.

Ansío que pasen volando estos tres días de soledad desinteresada, quiero ver tu rostro.
¿Mejor?

A. B.


martes, 18 de junio de 2013

Carta

Querido tú:

Comienzo a decaer, admito que desde hace un tiempo que no me pasaba, siento decir que, comenzaba a sentirme relativamente feliz con respecto a lo que me rodea, pero, quizás, el estar encerrada tanto tiempo en la casa, sin salir, ni hacer nada, me ha dado tiempo para deprimirme, sé muy bien que en estos tiempos, deprimirse se ha convertido en un lujo, el que me conoce bien, hasta la infinidad, el que se sabe hasta que mi corazón ha llegado a tocar, entiende que estar deprimida es un lujo que no me puedo permitir, soy rica en sonrisas, en risas y en corazones rotos, ésta enamorada es, sin duda alguna,  un alma vieja que nació en el siglo equivocado, y ha tocado vivir así, aprender lo que pueda de ella, y, sin embargo, ha costado. La noche de hoy, a mis dieciocho años de edad, un martes, casi a las once de la noche, le han tocado el corazón, tocado no, clavado es una mejor palabra para lo que siento, me clavaron una daga al corazón, y lo que me ha hecho pensar que el maldito amor, ese supuesto amor, me ha comenzado a parecer que es una mentira, una pequeña farsa, y que solo lo he conocido en libros, novelas, relatos, historias, nunca he sido protagonista de un amor correspondido, tal vez, todo es ciencia, todo es por el cuerpo del ser humano, que malditamente me parece que es, nos incitan a matar, pero ¿Quién nos incita a amar? digo amar de verdad, no a un falso amor, al verdadero amor, nadie me ha incitado nunca a amar, debe ser una invitación exquisita, que no he podido probar, y por lo que mis pensamientos y razonamientos dicen, y sienten, nunca lo conoceré, es triste pensar así con solo dieciocho años, siendo tan vieja, pero tan joven, en mi pleno comienzo, como quien diría. Te invito, a que, si me amas, si lees esto, querido amado, querida alma gemela, querido amor verdadero, te invito a que te des el gozo de sonreír, pues, me has encontrado, ahora, sal, corre, búscame, no lo dejes en un pensamiento, ven, eres bienvenido, si es que eres de verdad ¡Ven! e invítame a amar, incítame a amar, que somos libres, que tú eres tan viejo y tan joven como yo, sabes lo que quieres, y sabes, por sobre todo, que me quieres a mi.
                                                                                 

                                                                                              Con depresión, 
                                                                                                    Tu amada.

martes, 4 de junio de 2013

Ya te extraño.

Te fuiste sin decir adiós, dejaste una semilla plantada, pero falta regarla; Tú eras el único que poseía la magia de unir un clavel con una rosa, el único que podía mezclar el azul y el morado y obtener un color especial, como tú, el único que tenía el don de hacernos reír de una manera extraña, nos dejas un recuerdo exquisito de ti, tu apoyo incondicional con el que ayudabas a más de una persona a la vez, tus chistes raros y a la vez malos; esta noche se respira un aire distinto al de hace dos días, este aire no te tiene, miro a mi alrededor, te veo y no te veo, te busco y no te encuentro entre las caras conocidas y las no conocidas, busco tu esencia, tu olor tan inconfundible, pero no te huelo, lucho con mi olfato pero no te encuentro, mis oídos tratan de escuchar tu voz, pero al cabo de un rato caigo en cuenta que tu voz no la escucharé nunca más, que no oiré tus chistes. Lamento tanto nunca haberte pedido la revancha de la pelea del nevado, la cual tú ganaste, no oiré más nunca el sonido de las llaves, de tus llaves, las cuales sonaban con un ritmo único. Lamento nunca haberte dicho un Te quiero o un Te amo, me dabas consejos que no pedía, pero en algún momento fueron y serán útiles; sólo nos quedarán los recuerdos, los momentos a tu lado se desvanecieron y tus abrazos se deshicieron, tus lazos ya no existirán, es la verdad; y te digo ¡TE AMO!  y que con el alma te extrañaré, porque ya lo hago; me pregunto: ¿Te habrás convertido en un lucero? para vernos todo el tiempo, para que sigamos admirándote y viéndote aunque no tenga tu rostro, pero siempre serás un lucero en mi universo, Te quiero.