lunes, 24 de febrero de 2014

Ha llegado el día.

Ya no sé en dónde vivo, ni en dónde tengo los pies puestos, he perdido la cordura y hasta la esperanza. Se han acercado tiempos de tormentas a mi vida, a mi lugar cómodo que ya no existe. La palabra amor ya no cabe ni se asocia a este lugar, he perdido mi esencia de paz y tranquilidad. Intercambié mañanas de "Buenos días" por "Vamos a ver qué dicen las noticias de hoy". Me he vuelto adicta a algo en lo que me he resignado, las redes sociales. Mis días ya no son de pie esperando el autobús, sino caminando por calles devastadas y cansadas de tanta sangre. Las conversaciones con mis amigos ya no son "¿Qué cuentas, qué has hecho?" ahora es "¿¿Estás bien?? ¿Fuiste a la marcha?". Las aulas de clases han perdido alumnos y los pupitres lloran por su ausencia, por los caídos. Ya no me preocupo por la ausencia de palabras, por la ausencia de mi presencia en lugares que me llenaban de felicidad. Estoy rodeada de impaciencia, de tristeza, de rabia de unos a otros. Ya ni bandos existen, ya no son dos, son más. Caigo en la oscuridad de la rendición, de una lucha que me llena de fuerza, una lucha para acabar con algo llamado "gobierno" el cual sólo conozco uno, sólo he vivido en uno, cuando he podido vivir en más de cuatro. Mi alma y espíritu llaman a la ira, a la rabia, me convierte en un monstruo que siempre he evitado y he mantenido cerrado. Me grito a mí misma que nada me detiene, que la lucha valdrá la pena, no sólo para mí, sino para los que no están luchando porque no están de acuerdo, a pesar de su ideología política. Me grito a mí misma que la paz debe llegar, y que luego de la tormenta viene la calma, quizás hasta el arco iris. Se acerca el ojo del huracán, las calles no soportarán las lágrimas y caerán a llorar también. La tierra se unirá a nuestras marchas, a nuestras protestas, con sus propias pancartas y consignas. Se unirán las aulas, las pizarras y pupitres a protestar. Llegará el día que seremos una sola voz. 

Pero, por los momentos, en un lugar lejano se encuentra aquél que no sabe en dónde está acostado. Están los sordos, ciegos, y mudos del país que muere y pierde credibilidad, también la esperanza. Venezuela cae poco a poco, y nosotros intentamos mantenerla en pie. No es tiempo de rendirnos. Nos falta calle por recorrer.  La lucha empieza y evoluciona. Llegará minutos peores, llegarán segundos de desesperanza. Llegará la transición y no sabremos con exactitud qué hacer, pero, primero tenemos que llegar allí. Gracias a los caídos y los que intercambiaron sus nombres y vidas por tener el nombre Héroe. Doy gracias a ellos. Brindo por los que han salido desde el primer día, y siguen en pie como el primer día. 

Es tiempo de no tener miedo, es tiempo de seguir en pie y en la lucha, por ti, por mí, por los que no creen en esto, por aquellos que lo merecen, y los que no, también. Es tiempo de quitarse los Stilettos y maquillaje, de dejar a un lado los videojuegos, tomar los zapatos deportivos y convertirlos en los de lucha, tomar una gorra y una bandera. Es tiempo de pisar la calle sin miedo, es tiempo de la historia. La oportunidad del futuro ha tocado la puerta, y nos ha dado la mano. Porque Venezuela lo merece, porque tú lo mereces.

sábado, 1 de febrero de 2014

Carta de mis recuerdos.

Cielo mío:

Es como una luz al final del túnel, recuerdo cuando me dijiste que estabas cayendo en la tentación de mis labios, aquella noche de verano, sentados en la arena, sin tocarnos pero a la vez amándonos, corazón, no me quites la custodia de mis besos, de tus besos, no me des el último aliento de vida, no me dejes, no ahora, cuando todo mejora, prometo que lo hará, la vida será mejor, habrá instantes en los que quieras estrangularme, igual lo sentiré yo, como aquella noche cuando a los árboles robaron sus plumas mostazas y caobas; no evitaremos las disputas, sin ellas no somos dos, sin ellas no sabemos qué es la felicidad.
Déjame ser la nube de tu cielo azul, la lluvia colorada de tu gris, el arco iris de tu vida. No me des a cambio tu silencio ni tus recuerdos, quiero tu futuro, robar tus secretos para guardarlos en el más recóndito lugar, y no sufras por ellos.
Recuerda mi última mirada, recuerda mis últimos besos, pero no me dejes, estoy varada en la orilla de nuestro mar, ése tan voluble, como nosotros dos. La última imagen de tu voz se la ha llevado el viento frígido y odioso, sin mirar atrás se fueron. ¿Si te vas, quién será el autor de mis caricias?
Los días se van convirtiendo lentamente en letras negras cursivas de nuestro libro que nunca acaba, y los capítulos no se dejan vencer por las estrellas, no me dejes, no así, no aquí, no ahora, ni nunca. Soy y seré aquella mujer en tu vida, aquella, me desahogo en tus palmas para ser tuya, no me dejes, no cuando estoy más feliz que nunca, sigamos siendo dos sin tocarnos.
Sigo esperando, sigo sentada en los días de humor negro, en los días de rojo y  verde, sigo esperando el viento que calma, pero no llega, no llegas, sigo aquí, sin ti, con un gato negro a mi lado, que recuerdos de ti no guarda. Ven, dale razones para extrañarte como lo hiciste conmigo, dáselas y luego vete, si así lo deseas, pero ven. 


A tus canciones se les han borrado las letras de las veces que las he escuchado, ven, tráeme tus nuevas canciones para borrarles las letras también, pero ven y no me dejes.


Para terminar, quiero que te des cuenta de que no me has perdido, porque no me has tenido, al menos eso creo.


No dejes que mis ojos se cierren y mi mirada al horizonte se desvanezca, ven, y no me dejes.
Con tu promesa en mi dedo,  me despido
P.F

Pasos cortos que no llegan.

Escucho lentamente los pasos de mi recuerdo, que atormenta, que me llena de deseo, que amenaza con retenerme en el oscuro "tiempo" sujetando con sus garras mi alma que poco a poco recupero, pedazos de mar en la orilla, y se acerca, llega, oscurece mi batalla cercana al amor, al deseo descontrolable de explicar el ciego recuerdo de mis días a tu lado, apartando el fuego del ave azul, el acercamiento en mis días de rutina, respiro y me pierdo en la sed de mis sentidos incompletos.