Estamos aquí, no juré en vano para llegar a un lugar sin ti, juré vivir eternamente en tus manos pero con el corazón en otro espacio, en otras manos, que fuese otro el que me tocara en las noches al llegar a casa, exhausto, en vez de él, te elegí a ti, no sé porqué, no sé cuándo, pero lo hice, mi trabajo fue cuidarte hasta el amanecer de nuestro último respiro, hasta el crepúsculo que juraste devolver cuando la luna se fuera. Ahora, seguimos aquí, sin querernos, mas confieso que me han tocado el alma, no tú, no él, alguien más que no lleva tu nombre, tampoco tu camisa de cuadros verde que tanto adoro y tampoco el anillo negro noche de él. En el tiempo perfecto te amaría y no viviría sin ti, en el tiempo justo, en el no-tiempo seguimos siendo nosotros, pero vivo sin ti a cada despertar, cuando te has ido tan temprano a verla a ella, cuando mis ojos se abren para ver otro día "amoroso" en tú casa, inmediatamente comienza un día tembloroso de recuerdos que traen con ellos imágenes de él, al que no elegí porque mi estúpido capricho te quiso a ti, y tú la quisiste a ella, pero tu orgullo me eligió, así que vivimos en la soledad más eterna del planeta, vivimos muriendo, como todos, pero más, siempre más. Ella merece un perdón sin palabras que ya existe, que ya fue pronunciado; él, en cambio, fue olvidado, a diferencia de otros, él se fue y no regresó. Pero tengo a otro él, que me toca como lo hiciste tú cuando pensabas en la piel de ella que lleva tu nombre marcado. Ellos no son los otros, en nuestro caso, mi nuevo él es el definitivo, es como tu ella, que te ama sin restricciones. En nuestro presente, nosotros dos, en medio de un papel firmado y anillos en las manos, somos los otros.
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