Te veía venir desde el cielo azul de agosto, sorprendida entre tus cejas, entre tus manos, donde me encontraba sonriendo a lo lejos de la realidad cruda que amenazaba con acabar con el dulce ronroneo de nuestro pequeño encuentro. Sentada, entre tus sábanas de puntos pequeños, esperaba encontrar señas del futuro, rastros del pasado, huellas de la última noche antes de esta. Sigo soñando con tus recuerdos. No te amo en silencio, ya no. Te grito mis emociones en el parque morado en donde nos sentamos cada tarde de sábado a ver pasar las nubes crueles y nómadas, también lo grito cuando estoy a tu lado, mordiéndote la barbilla y adorando tu cabello, allí no te grito, allí te susurro al oído con mi voz tímida, de vez en cuando te grito en el auto cuando vamos camino a casa, o cuando viajamos a ver a tus padres. Y si, te veía venir, era más como una esperanza de verte llegar, pero, estás aquí y no allá, me adoras como yo he llegado a hacerlo. Pasó agosto, pasó septiembre, pronto vamos a noviembre y seguiremos viéndonos sonreír embobados en medio de este desastre que nadie entiende, solo nosotros, es nuestro propio espectáculo ilógico, no estamos allá pero tampoco estamos muy lejos de serlo. Tus manos suaves en mi cintura, y los dulces toques en las mejillas me recuerdan y aseguran que estás acá, atado a mí y yo, a ti. Que estamos atrapados en el mundo de nosotros y no salimos, somos lo que somos y aunque al mundo no parece interesarle, nosotros seguiremos adorándonos, en medio del mes de octubre.
miércoles, 8 de octubre de 2014
viernes, 1 de agosto de 2014
Fuimos lo que sin querer no seremos.
Los rayos de la mañana se habían asomado sin pedir permiso, chocaban con las prendas de ropa que habían caído sin piedad al suelo, haciendo arte abstracto. Todo estaba en silencio, pero las aves cantaban a lo lejos, como si estuvieran respetando nuestro pequeño espacio personal. Tus suaves manos tocaban mi curva acentuada, de arriba hacia abajo, sin otro gesto que el cariño, la ternura se apiadó de nosotros y se instaló para quedarse todo el día, sonriendo a nuestro favor. Las sábanas se reían mientras se enredaban en los cuatro pies que juntaban pequeñas caricias. Todo marchaba con cierta calma, con cierta y tranquila confianza, sin pensar en el futuro cercano que tocaba a nuestras puertas, sin soñar qué pasaría luego de que el tiempo se detuviera, fuimos aquello, eso, fuimos la ternura, fuimos el deseo, la pasión, fuimos el roce de pieles, fuimos la pareja sin serlo.
lunes, 14 de julio de 2014
De ti, nada.
Fuimos aquellos sentimientos encontrados que solo se ven en
las películas antiguas, en donde me tomabas de la cintura y me sonrojaba, en
donde locamente me tomabas de la nuca y besabas con pasión mis dulces labios, sin embargo, nos encontrábamos en el limbo del “tú y yo”, no
sabíamos en dónde nos encontrábamos como pareja (si es que alguna vez lo fuimos). Hoy, luego de algunos años, tengo a alguien más, no se parece a ti, no se
llama como tú, no lo trato como a ti, pero su rostro es tan suave como lo eran
tus manos cuando por las noches chocaban con mis brazos fieles, esa suavidad me
recuerda a las noches oscuras que amábamos ver pasar. También aquellos ojos, no
se parecen a tu cielo azul de domingo, los de él son más como una fusión entre
tu franela favorita con estrellas fugaces y el café tan cargado de azúcar que
amabas, extrañamente no se parece a ti, pero lo comparo contigo. Al despertar
no es como tú, no me despierta con rosas rojas ni un desayuno, mas me regala
aquellos labios que me hacen sonreír de locura pasión, y un café como me gusta,
poca crema y poca azúcar, y, por supuesto, me dice un chiste gracioso que no se
parece a ti. Cuando me invita a salir, solo me traspasa con la mirada pícara y
me dice con gesto silencioso: “Tómate tu tiempo, cielo”. Si, me dice cielo, no
como tú, que me llamabas por mi nombre. Los
domingos por las mañanas se queda silenciosa la pieza y me asombra no
encontrarlo viendo tus canales de béisbol, sino que me prepara el almuerzo y
entre los dos vemos en canal de fútbol que nos gusta. No tiene ni una pizca de
parecido a ti, lo que es extraño, nunca había
conocido a alguien así, tú eras como eran los otros, una copia de miles
más, y él, simplemente es él, lo demuestra así y tú te sientas a leer mi
cuaderno de noches mientras él me lee a mí cada noche.
domingo, 25 de mayo de 2014
Una noche en aquél lugar.
En medio de un sonar de tambores emocionantes, sin contar el sonido ruidoso de una mezcla de varias voces ambientadas de trompetas y guitarra, con algunas largas y otras cortas, sonrisas que venían y también iban, encontraban a los de hace un tiempo que ya sonreían juntos, escalando entre ellos que en sus manos se encontraba la felicidad de la noche que atacaba con gas unos y color caramelo otros, distintas maneras de ver la vida, los números varían, entre esas miradas, encontré una que me atrapó para toda la noche, miradas pícaras lanzadas de parte de los dos por las horas que seguían y los segundos que tocaban nuestros cuerpos con cada baile de cadera, esas gruesas cejas, y la mirada fresca con el vaso en los dedos que ansiaban tocar cintura color vino, el calor subía por la espalda, y seguían, entre conversaciones y uno que otro movimiento causado por el cautivador color de ojos y aquella mirada que entraba a lo más profundo y subía la adrenalina, encontrándose, uniéndose por segundos inevitables, para luego romper con la línea clásica de moverse hacia la víctima y tomarla, mas no pasó, los segundos subían hasta colmar el vaso, y la ida amenazaba con romper la magia, entonces me di cuenta que tu voz no la escucharía y tu nombre no sabría nunca, así que sonreí, había llegado la hora que tanto odiaba, te vi por última vez, se encontraron a dos milímetros nuestros colores, te sonreí, me cautivaste, y la noche acabó con el dulce pensamiento de tu mirada penetrante y cejas gruesas, tu vaso de whisky en las rocas me despidió, mi pícaro desconocido.
domingo, 11 de mayo de 2014
A ellas en su día.
En una mañana que refresca y las aves nos dan sus más hermosos cantos, tomo mi copa y brindo.
Brindo por ellas, por las que aún esperan meses para ver el rostro del pequeño pedazo de alma que sale de ellas. También por las que tienen años en esto y ya son expertas. Las que tienen uno y las que tienen veinte. Brindo por las que se fueron y las que van llegando, no puedo olvidar las que están lejos pero también las que sin nada han sacado adelante a sus frutos, las que hacen los dos papeles, se pone un traje de hombre pero no olvida su vestido rosado. Brindo por aquellas que se fueron temprano pero siguen amando. Brindo por las que lo pasan sola y no les importa. Por las todo terreno, por las del siglo XXI pero también por las pasadas que siguen siendo. No olvido, y nunca podría, a las que siguen siendo pero sus frutos se fueron, por ellas me visto de negro. Brindo por las que se fueron hace un tiempo pero me siguen sonriendo. A las de ocho décadas, a las de dos y las de uno y medio, brindo por ellas. Porque son ellas las que nos inculcan el más bello sentimiento desde bebés, el amor incondicional, el tiempo que gastan en nosotros, el dinero que no les importa, el saber que regalan sin nada a cambio, los besos, las ojeras que ganan y algunas canas. La que es una es por siempre. Brindo por la mía, aunque tengo más de una, de sangre sólo una. Brindo por ellas, pero más por la mía, que está llegando. Brindo por ella porque la mía es radical, la mía es luchadora y masoquista, pero luchadora de las fuertes, porque cada lágrima que cae de ella, es mía también, porque cada sonrisa de ella, es mía también. Así que cada uno conoce a la suya, pero yo brindo por aquellas que conozco y no. Brindo por todas porque el trabajo es igual para cada una. Levanto mi copa más alto por aquellas que visten hoy de negro, porque es reciente. Brindo por las de mi país, que lloran. Brindo y les doy fuerzas a todas. Brindo por las madres en su día. Y les regalo, aunque no las conozca a todas, un beso grande y un abrazo, dándole las gracias más grande de este mundo. Por ellas, por las madres. Salud.
viernes, 9 de mayo de 2014
Tú, el otro, yo, la otra.
Estamos aquí, no juré en vano para llegar a un lugar sin ti, juré vivir eternamente en tus manos pero con el corazón en otro espacio, en otras manos, que fuese otro el que me tocara en las noches al llegar a casa, exhausto, en vez de él, te elegí a ti, no sé porqué, no sé cuándo, pero lo hice, mi trabajo fue cuidarte hasta el amanecer de nuestro último respiro, hasta el crepúsculo que juraste devolver cuando la luna se fuera. Ahora, seguimos aquí, sin querernos, mas confieso que me han tocado el alma, no tú, no él, alguien más que no lleva tu nombre, tampoco tu camisa de cuadros verde que tanto adoro y tampoco el anillo negro noche de él. En el tiempo perfecto te amaría y no viviría sin ti, en el tiempo justo, en el no-tiempo seguimos siendo nosotros, pero vivo sin ti a cada despertar, cuando te has ido tan temprano a verla a ella, cuando mis ojos se abren para ver otro día "amoroso" en tú casa, inmediatamente comienza un día tembloroso de recuerdos que traen con ellos imágenes de él, al que no elegí porque mi estúpido capricho te quiso a ti, y tú la quisiste a ella, pero tu orgullo me eligió, así que vivimos en la soledad más eterna del planeta, vivimos muriendo, como todos, pero más, siempre más. Ella merece un perdón sin palabras que ya existe, que ya fue pronunciado; él, en cambio, fue olvidado, a diferencia de otros, él se fue y no regresó. Pero tengo a otro él, que me toca como lo hiciste tú cuando pensabas en la piel de ella que lleva tu nombre marcado. Ellos no son los otros, en nuestro caso, mi nuevo él es el definitivo, es como tu ella, que te ama sin restricciones. En nuestro presente, nosotros dos, en medio de un papel firmado y anillos en las manos, somos los otros.
domingo, 13 de abril de 2014
¿Un sueño?
Desperté con el reciente sueño en mi mente, repasando las imágenes anteriores. Era como un bosque lleno de alfombras azules a mi alrededor, árboles altos como una promesa incumplida. No se escuchaba aves cantar, sólo susurros de personas que no aparecían. Se escuchaba: "Alguien nuevo" "Es una chica, pobre familia" y también unos: "No estés confundida". Miré a los lados donde la neblina no cubría mi vista. El horizonte no terminaba pero tampoco empezaba, me sentía en un lugar fantástico lleno de gotas que caían desde la tierra húmeda y verde de mis pies. Seguí caminando, a medida que iba avanzando me encontraba con árboles más gruesos y altos, en sus ásperos troncos se encontraban cruces de sangre, también retratos de rostros familiares que veíamos con miedo hace un tiempo, ahora con tristeza. Mi camino se hacía más largo, más enérgico, con menos miedo y menos asombro. Emprendí mis pasos hacia lugares inéditos hasta encontrarme con un rostro del retrato que callaba con la mirada pero hablaba sin voz, parecía que pronunciaba: "Héroes" para luego seguir su camino al otro lado. De pronto encontré un lago azul lleno de letras reconocidas que llenaban el estanque con colores; a su alrededor se encontraban unos durmiendo, otros sonriendo, algunos sólo se veían a los ojos. Llevaban franelas blancas como vestido, algunos vestían de rojo, otros de negro, pero en sus rostros había tricolor, había paz, había amor. Las franelas llevaban manchas de rojo, unos secos, otros recientes."Bienvenida al lugar de los héroes", me abrazaron al pronunciar cada uno sin voz en sus labios, sino de su alma. "Aquí encontramos el amor, encontramos respuestas, encontramos la libertad por la que luchamos; tal vez no sea justa, pero al final la encontramos". Seguí con incógnitas pero ellos respondieron tomando mi rostro y dibujando en ella un amarillo, un azul con siete toques blancos y un rojo me dijeron: "Envíales nuestros corazones, besos, abrazos y las mejores palabras que puedas a cada uno de nuestras conexiones. No es momento para ti, regresa". Abrí los ojos en un día soleado, en mi cama, en mi cuarto, en mi país descontrolado y pensé: "Fue un sueño", pero al levantarme y ver mi rostro en el espejo encontré el tricolor marcando mi cuerpo, mi alma y espíritu. Venezuela lucha, los caídos que son héroes son luchadores que encontraron amor y algunos siguen buscando paz.
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